martes, 17 de enero de 2012

Entiendo a los actores y a las actrices que deciden trabajar en los anuncios comerciales televisivos, entiendo que ofrezcan su currículum y que piensen que es una buena manera de sobrevivir o en algunos casos de incrementar sus riquezas. Entiendo que quieran estar activos y ejercitar su oficio a toda costa, en cualquier ámbito... los actores actúan. Sucede que en los anuncios a menudo los actores y actrices no se diferencian de los productos que ofertan, o más bien parecen simular ser el producto a consumir. Pierden considerablemente su cualidad humana y a no ser que te fijes con detenimiento no puedes distinguir al actor del coche, o a la actriz de la botella de Fairy. Al servicio del producto con su correspondiente slogan, el actor juega también a ser el consumidor protagonista, a unos les toca tener y ser plenos y a otros carecer y sentirse vacíos. En fin, el teatro y la publicidad... ¡conjunción diabólica, simulación aniquiladora!

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